El rey Amadeo I de Saboya había llegado en visita oficial a Valencia la tarde del domingo, 3 de septiembre de 1871. Previamente habían salido a recibirlo a los límites de la provincia, en Fuente la Higuera, las autoridades valencianas.
El
tren real, que pertenecía a la compañía de los ferrocarriles de Madrid a
Zaragoza y Alicante, estaba compuesto de seis vagones, comunicados
interiormente y exquisitamente adornados, y algunos carruajes destinados a
autoridades y escolta.
Durante
su estancia en la capital desarrollo un amplio programa de visitas y
recepciones, visitó los establecimientos de caridad, a los que hizo generosos
donativos, hospital, Casas de Misericordia y de Beneficencia y establecimiento
de beneficencia domiciliaria de Nuestra Señora de los Desamparados. También
visitó la lonja, el mercado, las Escuelas de Artesanos y varios
establecimientos fabriles. En todo momento recibió calurosas muestras de
respeto y sincero afecto y simpatía por parte del pueblo valenciano.
La mañana del viernes 8 de
septiembre fue despedido por las autoridades valencianas en la estación de FFCC,
desde donde inició viaje a Castellón, próximo destino de su viaje.
La estación de Puçol era una de
las más adornadas de la línea y donde mayor concurrencia y entusiasmo manifestó
el pueblo. Todo su frontispicio estaba cubierto con telas de los colores
nacionales, destacándose sobre este fondo pabellones de seda: en el centro
estaba bajo dosel el retrato de S.M. con una dedicatoria que decía: A
nuestro augusto soberano y a los lados seis inscripciones rodeadas de ramos
de laurel, en las que se leía, en la derecha, Amadeo I, Prim y Ruiz
Zorrilla y en las de la izquierda, Libertad, Justicia y Moralidad.
A
ambos lados de la estación había arcos de mirto y arrayan y las verjas estaban
adornadas con gran número de banderas nacionales.
Al divisarse el tren real,
empezaron a voltear las campanas y la estación se vio invadida de un gentío
inmenso, a pesar de que la recolección del arroz hacia indispensable la
ausencia de muchos vecinos, mucho más amenazando, como amenazaba el tiempo, con
otra nueva tempestad.
Los vítores y las aclamaciones
se confundieron súbitamente con los acordes de la música del pueblo, que tocaba
la Marcha Real, y al parar el tren se acercaron respetuosamente a S.M. el
alcalde y ayuntamiento, clero, maestro de escuela y otras personas distinguidas
de la población.
El alcalde, en medio de la mayor
emoción, dirigió a S.M. un breve y sentido discurso manifestando la adhesión
del pueblo de Puçol a la dinastía, y su decisión de arrostrar toda clase de
peligros para consolidar la libertad y el trono. Prorrumpió después el alcalde
en vivas al rey Amadeo I, a la virtuosa reina doña María Victoria, a la
libertad y a la memoria del general Prim, que fueron calurosamente contestados.
El rey converso brevemente con el alcalde y a no haber llevado marcado el
itinerario hubiera bajado un momento en la estación.
Al partir el tren se arrojaron
materialmente a la portezuela del coche multitud de hombros y mujeres, a
quienes S.M. dio cordial y francamente la mano.
LAS
PROVINCIAS, 09/09/1871
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