viernes, 26 de marzo de 2021

1879. 13 de julio. PAVOROSO INCENDIO EN ELS HOSTALETS

          La tarde del 13 de julio de 1879 estalló un horroroso incendio en el barrio dels Hostalets de Puçol a consecuencia del cual quedó reducido a cenizas la posada más grande de todas las del barrio. A causa del fuerte viento que soplaba estuvo en grave riesgo de desparecer toda la barriada de no haber sido por la rápida intervención de la brigada municipal de bomberos de Sagunto.

El aviso de incendio se pasó a través del personal del ferrocarril, que dio la alarma a la brigada de Sagunto. El alcalde de Sagunto, Ramón López Santamaría, reunió con toda celeridad a la brigada, la cual, con su bomba y demás material, aprovechó la circunstancia de hallarse en la estación del tren de mercancías para trasladarse a Puçol en apenas diez minutos, llegando tan oportunamente que el alcalde de Puçol manifestó en el acto al gobernador civil por telegrama que no era necesario el auxilio que desde Valencia se había solicitado.

La numerosa brigada de bomberos saguntina, admirablemente instruida, a toque de corneta y bajo la dirección del alcalde, consiguió, con el auxilio perfectamente combinado de algunos vecinos de Puçol, extinguir el incendio.

Aunque no se pudo en manera alguna evitar la destrucción completa de la posada, sí se evitó la continuación del fuego al resto de la barriada que sin remedio hubiera desaparecido.

El fuego había comenzado poco después del mediodía en los corrales, donde prendieron dos carros, y de allí pasó a los depósitos de paja y utensilios, devastando el edificio y todo lo que contenía en cuatro horas.

No se tuvieron que lamentar desgracias personales, solamente un percance sin consecuencias para un intrépido bombero, Pascual Rutia, y otro compañero que, gracias al casco, no fueron víctimas de un desplome. Una fuerte quemadura sufrió en una pierna el vecino Ramón López Alcamí, primo del alcalde, que le auxilió con un valor temerario. 

Finalizaba su crónica el periodista de Las Provincias calificando de oportuna y activa la participación del gobernador civil, Pérez de los Cobos; de eficaz y amante de su pueblo al alcalde de Puçol; de valiente y entendido al alcalde de Sagunto; de intrépidos, infatigables y disciplinados los bomberos; y digno de mención el corneta de toques Lorenzo Sanchis Rutia.

También resaltaba lo consolador que era, en medio de la desgracia, ver la fraternidad existente entre los vecinos de Puçol y Sagunto, los cuales se socorren mutuamente en todas la ocasiones, ofreciendo un ejemplo digno de imitación, que patentiza lo que valen cuando se aman dos pueblos hermanos.   

         Bien sea porque las autoridades de Puçol se apercibieran de la falta de medios para poder combatir los incendios o porque fuesen apercibidos por la autoridad gubernativa, lo bien cierto es que poco tiempo después, concretamente en marzo de 1882, el ayuntamiento de Puçol organizó y puso en marcha una brigada de bomberos para la que adquirió una potente bomba contra incendios que había sido adquirida en los acreditados talleres de fundición de Víctor Donnay. Se probó el buen funcionamiento y el alcance de la bomba en la plaza mayor de Puçol, haciendo acto de presencia casi todo el vecindario, que se felicitó por el buen resultado de la prueba. El acto fue amenizado por la banda de música. 

 

       En estos primeros tiempos en los que se estaba implantando un servicio de extinción de incendios se planteaba la cuestión de tener un sistema de alarmas eficiente para dar los avisos en caso de incendio y también se hizo imperativo el establecer un sistema de comunicaciones en los actos de servicio al objeto de traspasar las órdenes de mando.

         Inicialmente fueron utilizados faroles de parafina o carburo, con vidrios de diferentes colores y que con movimientos previamente definidos podían hacer señas desde el puesto de mando a las bombas.

        Cuando no había contacto visual se utilizaba una persona por cada tira desplegada, que transmitía las órdenes de viva voz, yendo y viniendo hasta el punto de origen o destino.

           Posteriormente se impusieron las comunicaciones a toque de corneta, en el que cada toque tenía su significado. Para este cometido, la persona designada debía conocer y saber dar los toques referentes a todas las maniobras a efectuar por las bombas o por el personal de la brigada de bomberos. Este sistema fue el utilizado en el incendio del hostal de Puçol que hemos visto.

     

    Desconocemos el modelo del carro bomba adquirido por el ayuntamiento de la época, pero pudo ser alguno similar a estos, uno de ellos manual y el otro accionado a vapor, cuya caldera calentada con carbón se iba preparando durante el trayecto hacia el incendio.  



 





LAS PROVINCIAS, 15/0771879

LAS PROVINCIAS, 1879/07/15 pp002

EL CONSTITUCIONAL, 1882/03/09

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