La guerra del Rif, también llamada la
segunda guerra de Marruecos, fue un enfrentamiento originado por la sublevación
de las tribus del Rif, una región montañosa del norte de Marruecos, contra las
autoridades coloniales españolas y el Imperio colonial francés, concretada en
los Tratados de Tetuán (1860), Madrid (1880) y Algeciras (1906), completado
este con el de Fez (1912), que delimitaron los protectorados español y francés,
cuya vida administrativa y geográfica se inició en 1907, conflicto en que
participaron también tropas francesas, pese a haber afectado principalmente a
las tropas españolas.
A finales de julio de 1909 se produjo una
agresión de las tribus rifeñas a los trabajadores españoles de las minas de
hierro del Rif, cercanas a Melilla, que dio lugar a la intervención del
Ejército español. Los heridos que se ocasionaron en los enfrentamientos fueron
atendidos inicialmente en el hospital de Melilla que pronto resultó
insuficiente para atender el continuo flujo de bajas.
Paralelamente a las noticias del
desarrollo de la guerra se encuentran en la prensa numerosas noticias de
entidades de toda España que ofrecían, bien dinero en metálico, bien
instalaciones para acoger a los heridos evacuados a la península.
Había llegado a Valencia el general
Polavieja, presidente de la Cruz Roja, para montar una estación sanitaria para
atender a los heridos y el Casino Artesano del Grao, al igual que lo había
hecho en la campaña de Cuba, estableció una posta sanitaria para auxiliar a los
heridos que, procedentes de Melilla, desembarcasen en el puerto de Valencia.
También con el mismo fin, el ayuntamiento
de Xátiva había ofrecido 150 camas en el hospital de esa ciudad.
El 4 de agosto el arzobispo de Valencia, Victoriano
Guisasola y Menéndez, que estaba en Gijón, telegrafió al gobernador civil de
Valencia, Genaro Pérez Moso, ofreciéndole su palacio de Puçol, con veinticinco
camas para la asistencia completa de otros tantos heridos procedentes de Melilla,
de los que tenía noticia que se iban a trasladar a Valencia. Al enterarse de
esta noticia, el médico titular de Puçol, Dr. César Batllés, se ofreció para
prestar sus servicios facultativos en el indicado hospital sin retribución
alguna.
El 15 de agosto, el arzobispo Guisasola
dirigió una carta al Delegado Provincial de Cruz Roja en Valencia, Sr. Alicio
Caravaca, en la que le comunicaba que tenía noticias del proyecto de Cruz Roja
de establecer en el Grao de Valencia un hospital para acoger a los soldados
heridos o enfermos que pudieran llegar de Marruecos, haciéndole saber que si no
había ofrecido su cooperación en esta obra patriótica y caritativa era porque
ya había hecho, para el mismo objeto, el ofrecimiento de su palacio arzobispal
de Puçol con 25 camas y asistencia completa a sus expensas. El arzobispo hizo
entrega a la Cruz Roja de una limosna de 250 pesetas para este hospital.
El 28 de agosto se esperaba la llegada del
arzobispo a Valencia y con ello comenzaran las obras necesarias para ubicar, en
el palacio arzobispal de Puçol, un hospital adecuando para ello las
instalaciones. El 27 de septiembre se dieron por finalizadas las obras quedando
completamente ultimado el hospital provisional en el palacio. Se habían instalado
60 camas con todos los servicios de farmacia y médicos para el caso de que el
gobierno quisiera utilizarlos.
No hay noticias de si este
hospital, generosamente ofrecido por el arzobispo Guisasola, llegó a acoger
algún evacuado de la mencionada guerra.
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