Los terrenos que hoy corresponden al término municipal de Puçol pertenecieron en tiempos romanos a núcleos de población agrícola derivados de la importante y poderosa urbe saguntina. Prueba de ello son los hallazgos arqueológicos verificados en los siglos XVII, XIX y XX todos ellos correspondientes a edificios de carácter agrario y que fueron surgiendo a la luz al roturar los campos para adaptarlos a nuevos cultivos.
En 1608 se recogieron diversos
restos en el campo denominado el Villar, situado entre Puçol y El Puig, que
continuaron apareciendo en 1745, 1765 y 1777 auspiciados por los arzobispos Andrés
Mayoral y Francisco Fabián y Fuero, cuyos tesoros arqueológicos pasaron a
formar un incipiente Museo que se creó en el Palacio Arzobispal. Este museo que
llegó ser muy importante, fue destruido, junto a la biblioteca, por una bomba
incendiaria lanzada por las tropas napoleónicas en 1812 al sitiar Valencia.
En febrero de 1915, al roturar
unos terrenos en el lugar conocido como Trull dels Moros, lagar de los
moros, fue encontrada por el vecino de Masamagrell, Ramón Ferrer Fenollera, una
cabeza mutilada de un joven Baco labrada en mármol. Popularmente este hallazgo
fue conocido como el cap de moro por ser atribuido, tal y como era común
sentir de la gente popular con todo lo antiguo, como obra de moros. También era
conocido este lugar como Els Queratls.
El 27 de abril de 1915 Luis Tramoyeres
Blasco, corresponsal de la Real Academia de la Historia, se desplazó a
Masamagrell para ver y estudiar esta cabeza de Baco.
El 15 de marzo de 1917 el Sr. Tramoyeres
Blasco se desplazó a Puçol acompañado del propietario del campo, Francisco
Bovi, vecino de Valencia, para inspeccionar el lugar del descubrimiento
confirmando que había aparecido en lo que había sido en tiempos del imperio una
importante villa romana.
Estos terrenos formaban parte de
la denominada partida de Gausa que, junto a la de la Rif, ya aparecen
mencionadas repetidas veces en el Llibre
del Repartiment, libro en
el que figuran anotadas todas las donaciones que hizo Jaime I a los que le
ayudaron en la conquista de las tierras valencianas. Por estas donaciones
sabemos que estas tierras estuvieron dedicadas en tiempos moros y también en
las anteriores dominaciones, al cultivo del olivo y por ello tenía gran
importancia la extracción del aceite. Estas tierras fueron posteriormente
dedicadas a la vid y modernamente pasaron a ser dedicadas a naranjos.
Precisamente por el Repartiment
conocemos donaciones que hacen referencia a un torculario olivarum,
situado en la partida de Gausa, que con toda probabilidad sea la misma almazara
aceitera que perteneció a la villa romana, que posteriormente siguió siendo
utilizada en la dominación mora y ya en tiempos cristianos denominada Trull
dels Moros pues como hemos visto, la creencia popular era que todo lo
antiguo era obra de moros.
Esta partida de Gausa que
formaba parte del ager saguntino estuvo poblada de casas agrícolas como
lo estaba también toda la franja de terreno que se extiende desde Sagunto hasta
El Puig.
El resultado de las
observaciones que el Sr. Tramoyeres obtuvo de su visita a la espléndida villa
conocida como Trull dels Moros fue publicado el 25 de mayo de 1917 en el
Boletín de la Real Academia de la Historia del año 1917 con el título de Antigüedades romanas de Puzol.
El reconocimiento que practicó sobre el
terreno el Sr. Tramoyeres nos lo describe diciendo que llegó al lugar siguiendo
el camino de Canet, paralelo a la vía férrea de Valencia a Tarragona, una
antigua vía romana que ponía en comunicación a las villas romanas que
existieron en aquella llanura del ager saguntino.
A unos tres kilómetros y a la derecha del
camino de Canet se encontraban los campos con los restos romanos, ya en el
término municipal de Sagunto. Lindaban al N con la Partida del Povo, al E con
la acequia del Arrif, al S con la Partida de Laterana y Puçol y al W con el
camino de Canet.
En el lugar donde debió estar emplazada la
villa el Sr. Tramoyeres descubrió casi a flor de tierra restos de la fábrica
principal de la rural edificación. La planta del patio aparecía destruida por
los roturadores del terreno, lo mismo que el impluvium, del cual aparecía
el piso de durísimo hormigón, el orificio de salida del agua, el murete de
mármol, un conducto abovedado y la cloaca receptora de las aguas. Junto al
patio central estaban las habitaciones domésticas con muros de medio metro de
espesor y pavimentos de espinilla con pequeños ladrillos (pavimenta testacea
spicata de Vitruvio) que descansaban sobre un lecho de mortero y piedra de
gran consistencia. No se trataba de restos de un templo sino de una villa agrícola
o casa de labor.
Estudiando el aspecto de la superficie
removida y aunque los trabajos de roturación de habían efectuado sin método no
cuidado alguno, observó vestigios de plantas regulares, indicadoras de
habitaciones y otros locales propios de una finca agraria. Toda la superficie
de la antigua villa se hallaba cubierta de piedras informes y mezcladas con
estos restos aparecían fragmentos de columnas y sillares de piedra azulada,
propia de las canteras saguntinas, que estaban labradas rústicamente, indicio
de que eran de carácter constructivo, sin ningún detalle de carácter
ornamental.
El lagar apareció en el extremo
SE del campo, ocupando uno de los ángulos de la villa agrícola. Aunque era un
montón de ruinas en su forma primitiva debió tener una cubierta sostenida por columnas
o pilares. La planta era rectangular, de 12 por
En el extremo N estuvo la almazara
aceitera, demostrada su existencia por el hallazgo de dos grandes piedras
cilíndricas de 1,40 m. de diámetro y 1,60 m. de alto, que presentaban dos
entalladuras trapezoidales en sus costados de 30 cm. de profundidad. En su
parte superior y dentro de una cartela ansada tenían la siguiente inscripción.
I • O • M
S • I • E • P • F
LIBERO
S • I • E • P • F
Ambas piedras formaban parte de un
torcularium, prensa utilizada para extraer el aceite de la pulpa de
oliva, una vez que el fruto había sido desprovisto del hueso, trabajo que se
realizaba en el trapetum, mortarium o en otro molino semejante. Las
piedras servían de contrapeso y se encontraban en el interior de una fosa de
maniobra en el subsuelo.
Las piedras presentaban los entalles
laterales típicos de los contrapesos de viga y cabestrante, elemento que forma parte del mecanismo técnico
de prensado. Las perforaciones en los contrapesos, tanto en la cara superior como
las dos hendiduras laterales, propiciaban el anclaje del mecanismo de
accionamiento de la prensa.
●
ARCHIVO DEL ARTE VALENCIANO.
Antigüedades romanas de Puzol. Nº 1.
Año III. 1927
● BELTRAN LLORIS, Francisco. Epigrafía
latina de Saguntum y su territorium. SIP DPV. Valencia. 1980
●
TRAMOYERES BLASCO, Luis. FITA COLOME, P. Fidel. Antigüedades
romanas de Puzol. Boletín de la Real Academia de la Historia. Madrid. Tomo
LXXI, Año 1917. Pág. 38 a 58
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