Se conoce con este nombre el enfrentamiento entre los ejércitos francés y español que tuvo lugar el 25 de octubre de 1811 entre los términos de Sagunto y Puçol en el contexto de la Guerra de la Independencia. Aunque en algunas fuentes aparece mencionada como Batalla de Puçol, ha pasado a la historia como Batalla de Sagunto y con este nombre aparece grabado en uno de los muros exteriores del Arco de Triunfo de París.
Para explicar el desarrollo de la batalla he creído
interesante utilizar el plano y la memoria que sobre ella formaron los
Capitanes de Estado Mayor D. Martín Tosantos y D. Juan Alfonso y Zea.
Dueños los
franceses de las plazas de Tarragona y Tortosa y habiendo recibido el General Suchet órdenes terminantes del
emperador Napoleón en las que hasta se le fijaba el día en que debía
presentarse delante de los muros de Valencia, puso su conato dicho general en
apoderarse de esta plaza, más para conseguirlo o poder retirarse en caso que la
suerte de las armas le fuera adversa, faltabale asegurarse la retirada hacia
Cataluña, cubriendo como lo hizo la línea del río Ebro y ocupar Oropesa,
Peñíscola y Murviedro, situados el primero y último punto, en la carretera que
a lo largo de la costa, conduce a Cataluña desde Valencia y el segundo en la
misma costa a unos tres cuartos de hora de aquella vía.
El ejército francés en número de unos 22.000 hombres distribuidos en tres divisiones y a las órdenes de Suchet, se puso en movimiento hacia Valencia el 15 de septiembre de 1811 con ánimo decidido de poner sitio a Murviedro, punto del cual era indispensable apoderarse para sitiar a aquella plaza, cuya ocupación se proponía conseguir el general francés y era el objeto primordial de su expedición.
Debían
apoyar al ejército expedicionario en estas operaciones, según pudieran, el
ejército francés del centro por la parte de Cuenca, por la de Murcia el de
mediodía, así como también el de Cataluña y su cuerpo de reserva que estaban
formando en Navarra.
La primera
división del ejército francés, al mando del General Harispe, vino desde Teruel y echándose a la izquierda del camino
que pasa por Segorbe se dirigió por las montañas de Rubielos a reunirse con las
otras divisiones en las inmediaciones de Villafamés.
La segunda,
a las órdenes del General Palombini,
se dirigió por Morella y San Mateo viniendo Suchet con la tercera desde Tortosa
y a sus órdenes los generales Habert
y Robert.
Tomadas
estas disposiciones y habiendo dejado delante de Peñiscola en observación, por
estar este punto algo distante de la carretera, un batallón y un destacamento
de caballería, determinó Suchet
atacar a Oropesa, punto que le era indispensable tomar porque hallándose
situada en la misma carretera impediría el paso de los convoyes y artillería
que desde Tortosa habían de venir.
No lo
consiguió empero, pues aunque los franceses se apoderaran de la población e
intentaron la rendición del castillo, a donde se refugió la guarnición, les fue
inútil tal demanda, contestando aquel desde el alto donde se hallaba situado
con certeros disparos que, barriendo la carretera, obligaron al general Suchet a separarse de ella y dirigirse
hacia Cabanes, en donde se puso en comunicación con la División Palombini que venía por Morella y
reuniéndose posteriormente en las inmediaciones de Villafames a la División Harispe, cayó con el grueso de su ejército
sobre el castillo y la población de Murviedro, de la cual se apoderó, envistiendo
y cercando completamente y en toda regla el primero.
No esperaba
encontrar el general francés tan obstinada y heroica resistencia en la
guarnición del castillo, el cual, cuando invadió por primera vez el Reyno de
Valencia, no estaba bien fortificado, cuya falta notó y remedió con acertada
previsión el general de nuestro ejército D. Joaquín Blake, cubriendo a Valencia
de este modo, dando tiempo para reunir el ejército que estaba organizando para
hacer frente a Suchet y dando
ocasión a los valientes que lo defendieron hasta el día de la batalla que se
dio delante de sus muros con una resignación e intrepidez digna de los
descendientes de la antigua Sagunto, para que detuvieran durante 32 días al
general francés que, arrogante y decidido, avanzaba sobre Valencia haciendo
experimentar a su ejército muchas bajas en una escalada y un asalto que
rechazaron.
El general D. Joaquín Blake al abandonar el condado de Niebla solicitó y obtuvo el permiso de las Cortes para venir con su ejército expedicionario a socorrer el Reyno de Valencia, amenazado desde la rendición de la plaza de Tarragona y a llamar la atención de los franceses hacia la parte oriental de la península a cuyo efecto se le confió el mando de las fuerzas del 2º y 3º ejército y las que desembarcaron en Almería, compuestas de las Divisiones Zayas y Lardizabal y la caballería a las órdenes del general D. Casimiro Loy, cuyas fuerzas expedicionarias componían próximamente unos 10.000 hombres.
Hallábase a
la sazón dicho general en Valencia ocupado en concluir la organización de su
ejército, compuesto de las fuerzas referidas con las del tercer ejército a las
órdenes del general Mahy, que acababa de llegar de la parte de Cuenca, adonde
había ido a rechazar al general francés Armagnac, que amenazaba invadir el
Reyno de Valencia por aquella parte, cuando el brigadier D. Luis María
Andriani, gobernador del castillo de Murviedro y que se entendía con el general
Blake por medio de señales que se hacían desde el castillo a la torre del
Miguelete de Valencia, le pidió viniera en socorro de la guarnición que había
sufrido mucho con las operaciones del sitio y en particular con el último
asalto que rechazó el 18 de octubre.
Esta
petición, la noticia de la capitulación de Oropesa, que facilitaba las
comunicaciones del ejército francés con la plaza de Tortosa y con Cataluña, su
base de operaciones, y que se verificó el 10 de octubre, embarcándose el 12 en
la flotilla española protegida por un navío inglés, la corta guarnición de la Torre
del Rey, situada en la orilla del mar, que no quiso rendirse a pesar de las
instancias que le hicieron las tropas enemigas después de la rendición del
castillo y, por último, el haber sido rechazados anteriormente los generales
O’Donell y Obispo a Ribarroque el primero y el 2º a Alcublas desde Bétera y las
inmediaciones de Murviedro por la parte de Segorbe a donde les dio orden de
situarse para incomodar a las tropas sitiadoras, cuyos descalabros y retiradas
parciales, si bien no eran de grande cantidad podían no obstante haber causado
mal efecto en el ánimo y buen espíritu militar de sus tropas. Todas estas
consideraciones influyeron sin duda en el ánimo del general Blake para
decidirlo a salir al encuentro de Suchet.
Verificado
en efecto la tarde del 24 de octubre dejó al defensa de la ciudad de Valencia a
cargo de la Milicia honrada y después de arengar a su ejército con verdadera
energía y elocuencia militar, salió al encuentro del enemigo y se formó no
lejos de él en el orden siguiente:
El general Zayas con su división compuesta de 3.000
infantes y una pequeña fuerza de caballería con una reserva de 2.000 hombres a
las órdenes del coronel Velasco en las alturas del Puig, a donde llegó por el
camino que paralelo a la orilla del mar une a los pueblos próximos a ella, en
cuyas alturas, que fueron guarnecidas de artillería, se situó también el
general en jefe D. Joaquín Blake,
como punto desde donde podría descubrirse el terreno en que tenían que combatir
ambos ejércitos.
A la
izquierda de la división Zayas, la división Lardizabal con tres mil infantes, 100 caballos mandados por el
general Loy con alguna más fuerza de
esta arma que vino de Valencia, todas bajo las órdenes del general D. Juan Caro.
Estas
fuerzas con 2.000 hombres más de reserva a las órdenes del coronel Liori, formaban el centro de nuestro
ejército que se situó en la cartuja de Ara Christi avanzando por la carretera.
Cubría la izquierda el general D. Carlos O’Donell
teniendo a sus órdenes la división de D. José Miranda, compuesta de 6.000 infantes y 600 caballos al mando del
general D. José San Juan y de la de
D. Pedro Villacampa compuesta de 2.500
hombres.
Estas
fuerzas se situaron paralelas al camino llamado de la Calderona y detrás del barranco
de Puzol, apoyando su derecha en la división Lardizabal y la izquierda en dos alturas llamadas los Germanells.
La extrema izquierda compuesta de 2.500 hombres mandados por el general Obispo, el que a su vez dependía del
general O’Donell, staba situada
hacia el camino de Náquera amenazando la extrema derecha de los franceses que
ocupaba el desfiladero que conduce de Bétera a Gilet y más abajo el de Santo
Espíritu.
Como reserva
de la izquierda de nuestro ejército y para proteger el ataque del desfiladero
de Santo Espíritu, cuyo paso iba a forzar, estaba colocado el general D.
Nicolás Mahy en las alturas de los
Germanells con 4.000 infantes y 800 caballos.
Contaba pues
nuestro ejército con un efectivo de 25.400 hombres de los que 2.400 aproximadamente
eran de caballería y la artillería distribuida en los intervalos de las
divisiones y en las alturas del Puig y los Germenells.
No tuvo
conocimiento el general Suchet del movimiento de nuestro ejército.
El terreno
comprendido entre Murviedro y Valencia, por donde pasa la carretera de Cataluña
es una gran llanura cubierta de una rica y frondosa vegetación, sembrada de
moreras, garrofales y otras provisiones, llena de cercas y collados y surcadas
en todas direcciones por acequias de las que algunas de ellas se pierden en los
campos y otras desaguan en el mar.
Pasado el
puente de (en blanco en el original) donde se une la acequia de Moncada con el
barranco de Puzol y un poco más arriba de los Hostalets, las alturas del Valle
de Jesús y de Santo Espíritu avanzan casi hasta tocar la carretera,
aproximándose al mar y estrechan considerablemente por esta parte aquella
llanura y aquí como punto más ventajoso para combatir porque le facilitaba
apoyar con seguridad en las montañas su derecha, tener menos frente que cubrir
y poder destinar bastante parte de sus fuerzas en segunda línea de reserva fue
donde el general francés aguardó el ataque del ejército español en el orden
siguiente:
La división Harispe
entre las alturas del Vall de Jesús y la carretera, apoyando su derecha en
aquellas, a continuación, la división Habert apoyando su derecha en la
carretera y la izquierda hacia el mar.
Detrás, en
segunda línea la división Palombini y de reserva el general Benard con dos regimientos de
caballería colocados, el uno a la derecha y el otro a la izquierda de la
carretera.
Formaba la
extrema derecha el general Robert
con su división situado en el desfiladero del Santo Espíritu y más arriba el
general Clopiski con su regimiento, cubriendo el que conduce de Bétera a
Gilet. Todavía más arriba y defendiendo el camino que viene de Segorbe se
hallaba el general Comperes ocupando
Gilet y Petrés con los napolitanos.
La
artillería la colocaron, parte de ella en primera línea, al costado derecho e
izquierdo y la otra parte en segunda línea, pudiendo calcularse el total de las
fuerzas que presento Suchet en línea en unos 20.000 hombres.
Colocados
ambos ejércitos en tal forma, moviose el nuestro en la mañana del veinte y
cinco principiando el ataque simultáneamente por ambas alas y el centro e hizo
replegar la línea de tiradores enemiga y aun al mismo Suchet que había
venido a situarse con su escolta en los Hostalets, sin duda para cerciorarse
del punto por donde iban a atacar nuestras tropas.
La división Lardizabal,
que formaba el centro, avanzó, parte de ella dirigiéndose por la carretera en
dirección a Hostalets y la otra a una pequeña altura que por delante de la del
Vall de Jesús, precisamente en el punto donde se estrecha más el llano, era el
punto llave de aquel terreno donde iba a combatir el centro de nuestro ejército
y la derecha de los franceses.
Apoderóse de
ellas la izquierda de la división Lardizabal y la guarneció de
artillería rechazando al enemigo que también se dirigía a posesionarse de ella.
Al mismo tiempo el general Zayas por la derecha obtenía ventajas y
atacaba al enemigo con éxito, tratando de rebasar su costado izquierdo para
envolverlo aproximándose por el lado de la costa hacia Murviedro y por la izquierda
el general Obispo había avanzado por
el camino de Náquera, procurando penetrar en el desfiladero de Santo Espiritu
para rechazar al general Robert, que
ocupaba el que conduce de Bétera a Gilet, obteniendo también ventajas la
División Villacampa que ganó terreno hacia la izquierda con objeto de
reforzar al general Obispo, por
disposición del general O’Donell.
Nuestro
centro, que había avanzado, posesionándose de la pequeña altura, volvió a ser
atacado por disposición del general Suchet que, conociendo la
importancia de aquella posición, trato de apoderarse de ella a toda costa,
ordenando al efecto al general Harispe que avanzase al frente de la
división al mismo tiempo que el general Habert trataba de contener al
general Zayas que continuaba ganando terreno.
Movióse al
efecto la división Harispe con sus generales a la cabeza de las columnas
y llegó a la altura donde encontró una obstinada resistencia, siendo rechazada
varias veces por nuestras tropas que le causaron la pérdida de mucha gente e
hirieron al general Paris y varios
oficiales, cayendo muerto el caballo del mismo general Harispe pero,
acometidas por doble número de fuerzas enemigas que cargaron en aquel punto,
tuvieron al fin que ceder las nuestras, retirándose al llano y, manteniéndose
firmes en el, contuvieron al enemigo que trataba de romper por el centro
nuestra línea.
No
desmayaron por eso nuestros soldados, antes, al contrario, rehaciéndose de
nuevo y protegidos por la caballería del general Don Juan Caro y Don
Casimiro Loy, vuelven a cargar a los franceses, los rechazan
desordenando a sus húsares y apoderándose de parte de su artillería marchan a
desalojarlos de la altura.
Este fue el
momento decisivo de la batalla. El general Suchet observa que su
infantería titubea por un momento y que nuestras tropas, al mismo tiempo de Zayas
principiaba a envolverlos por su izquierda y el general O’Donell por la
derecha, había dispuesto atacar a Clopiski, contramarchaban a recuperar
la altura que habían desalojado.
En
tan crítica posición y a pesar de haber sido herido en la escapada dicho
general, hace avanzar la división Palombini entre la carretera y las
alturas del Vall de Jesús, dirigiéndose después a los dos regimientos de
caballería que tenía de reserva y los hace cargar a las órdenes del general Busard.
Llegó la
caballería francesa al frente de la nuestra en el momento en que la división Palombini,
que había avanzado, la hería de flanco con sus fuegos y cargándola en este
momento la desordenó precisamente en el momento en que nuestros generales Loy y Caro caían heridos y
prisioneros, desordenándose nuestra caballería y viniendo de rechazo sobre la
infantería que concluyó de ser rechazada hacia la cartuja de Ara Christi por
las tropas enemigas que cargaron hacia nuestro centro, débil por no haber sido
reforzado a tiempo, cuando quedó descubierto al tratar nuestra fuerza de
rebasar la línea enemiga por ambas alas.
Casi al
mismo tiempo que acontecía esto en el centro, habiendo observado el general O’Donell
que la división Villacampa que había marchado a reforzar a la del
general Obispo, iba a ser atacada de flanco por el general Clopiski,
mandó al general Miranda saliese a
su encuentro con las fuerzas de su mando pero, habiendo tenido la poca
precaución este general de marchar paralelamente a la línea enemiga en columna
cuando no tuvo tiempo suficiente para desplegarla ante la infantería enemiga y
fue cargado de flanco por la caballería que la desordenó, echándolo sobre la
división Mahy, que atacado por Clopiski y la división Harispe,
que se había corrido hasta este lado desde el centro, tuvo que retirarse sobre
Bétera y después a Ribarroja.
El general Zayas
no obstante quedar aislado por la retirada de nuestro centro, no por eso dejó,
sino que por el contrario sostuvo con la mayor bizarría un obstinado combate
con las tropas enemigas causándola perdidas de mucha consideración, retirándose
con el mayor orden sobre Puzol, en donde se distinguía un batallón de Guardia
Valona que se batió con todo valor y después sobre las alturas del Puig a
reunirse con la reserva mandada por el coronel Velasco
Sostubose y
defendió todavía esta posición, pero atacada por su derecha por el general Palombini y desecha ya toda nuestra
línea, se vio obligado a retirarse definitivamente sobre Valencia por el camino
que paralelo a la orilla del mar une a los pueblos situados entre esta y la
carretera de Cataluña
Las demás
tropas nuestras se abrigaron detrás del Turia y el ejército francés se detuvo y
sitió en el Puig, Albalat dels Sorells y Bétera.
CENTRO
GEOGRAFICO DEL EJERCITO. Memoria Caja 66 nº 61. Planos Ar.G-T3-C.2 nº 239
(a,b,c,d)
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