jueves, 9 de junio de 2022

1811, 25 de octubre. LA BATALLA DE SAGUNTO

 

      Se conoce con este nombre el enfrentamiento entre los ejércitos francés y español que tuvo lugar el 25 de octubre de 1811 entre los términos de Sagunto y Puçol en el contexto de la Guerra de la Independencia. Aunque en algunas fuentes aparece mencionada como Batalla de Puçol, ha pasado a la historia como Batalla de Sagunto y con este nombre aparece grabado en uno de los muros exteriores del Arco de Triunfo de París.

 

Para explicar el desarrollo de la batalla he creído interesante utilizar el plano y la memoria que sobre ella formaron los Capitanes de Estado Mayor D. Martín Tosantos y D. Juan Alfonso y Zea.

 

Dueños los franceses de las plazas de Tarragona y Tortosa y habiendo recibido el General Suchet órdenes terminantes del emperador Napoleón en las que hasta se le fijaba el día en que debía presentarse delante de los muros de Valencia, puso su conato dicho general en apoderarse de esta plaza, más para conseguirlo o poder retirarse en caso que la suerte de las armas le fuera adversa, faltabale asegurarse la retirada hacia Cataluña, cubriendo como lo hizo la línea del río Ebro y ocupar Oropesa, Peñíscola y Murviedro, situados el primero y último punto, en la carretera que a lo largo de la costa, conduce a Cataluña desde Valencia y el segundo en la misma costa a unos tres cuartos de hora de aquella vía.


El mariscal Suchet, duque de la Albufera


El ejército francés en número de unos 22.000 hombres distribuidos en tres divisiones y a las órdenes de Suchet, se puso en movimiento hacia Valencia el 15 de septiembre de 1811 con ánimo decidido de poner sitio a Murviedro, punto del cual era indispensable apoderarse para sitiar a aquella plaza, cuya ocupación se proponía conseguir el general francés y era el objeto primordial de su expedición.   

Debían apoyar al ejército expedicionario en estas operaciones, según pudieran, el ejército francés del centro por la parte de Cuenca, por la de Murcia el de mediodía, así como también el de Cataluña y su cuerpo de reserva que estaban formando en Navarra.

La primera división del ejército francés, al mando del General Harispe, vino desde Teruel y echándose a la izquierda del camino que pasa por Segorbe se dirigió por las montañas de Rubielos a reunirse con las otras divisiones en las inmediaciones de Villafamés.

La segunda, a las órdenes del General Palombini, se dirigió por Morella y San Mateo viniendo Suchet con la tercera desde Tortosa y a sus órdenes los generales Habert y Robert.

Tomadas estas disposiciones y habiendo dejado delante de Peñiscola en observación, por estar este punto algo distante de la carretera, un batallón y un destacamento de caballería, determinó Suchet atacar a Oropesa, punto que le era indispensable tomar porque hallándose situada en la misma carretera impediría el paso de los convoyes y artillería que desde Tortosa habían de venir.

No lo consiguió empero, pues aunque los franceses se apoderaran de la población e intentaron la rendición del castillo, a donde se refugió la guarnición, les fue inútil tal demanda, contestando aquel desde el alto donde se hallaba situado con certeros disparos que, barriendo la carretera, obligaron al general Suchet a separarse de ella y dirigirse hacia Cabanes, en donde se puso en comunicación con la División Palombini que venía por Morella y reuniéndose posteriormente en las inmediaciones de Villafames a la División Harispe, cayó con el grueso de su ejército sobre el castillo y la población de Murviedro, de la cual se apoderó, envistiendo y cercando completamente y en toda regla el primero.

No esperaba encontrar el general francés tan obstinada y heroica resistencia en la guarnición del castillo, el cual, cuando invadió por primera vez el Reyno de Valencia, no estaba bien fortificado, cuya falta notó y remedió con acertada previsión el general de nuestro ejército D. Joaquín Blake, cubriendo a Valencia de este modo, dando tiempo para reunir el ejército que estaba organizando para hacer frente a Suchet y dando ocasión a los valientes que lo defendieron hasta el día de la batalla que se dio delante de sus muros con una resignación e intrepidez digna de los descendientes de la antigua Sagunto, para que detuvieran durante 32 días al general francés que, arrogante y decidido, avanzaba sobre Valencia haciendo experimentar a su ejército muchas bajas en una escalada y un asalto que rechazaron.


Joaquín Blake y Joyes por Manuel Ojeda

El general D. Joaquín Blake al abandonar el condado de Niebla solicitó y obtuvo el permiso de las Cortes para venir con su ejército expedicionario a socorrer el Reyno de Valencia, amenazado desde la rendición de la plaza de Tarragona y a llamar la atención de los franceses hacia la parte oriental de la península a cuyo efecto se le confió el mando de las fuerzas del 2º y 3º ejército y las que desembarcaron en Almería, compuestas de las Divisiones Zayas y Lardizabal y la caballería a las órdenes del general D. Casimiro Loy, cuyas fuerzas expedicionarias componían próximamente unos 10.000 hombres.

Hallábase a la sazón dicho general en Valencia ocupado en concluir la organización de su ejército, compuesto de las fuerzas referidas con las del tercer ejército a las órdenes del general Mahy, que acababa de llegar de la parte de Cuenca, adonde había ido a rechazar al general francés Armagnac, que amenazaba invadir el Reyno de Valencia por aquella parte, cuando el brigadier D. Luis María Andriani, gobernador del castillo de Murviedro y que se entendía con el general Blake por medio de señales que se hacían desde el castillo a la torre del Miguelete de Valencia, le pidió viniera en socorro de la guarnición que había sufrido mucho con las operaciones del sitio y en particular con el último asalto que rechazó el 18 de octubre.

Esta petición, la noticia de la capitulación de Oropesa, que facilitaba las comunicaciones del ejército francés con la plaza de Tortosa y con Cataluña, su base de operaciones, y que se verificó el 10 de octubre, embarcándose el 12 en la flotilla española protegida por un navío inglés, la corta guarnición de la Torre del Rey, situada en la orilla del mar, que no quiso rendirse a pesar de las instancias que le hicieron las tropas enemigas después de la rendición del castillo y, por último, el haber sido rechazados anteriormente los generales O’Donell y Obispo a Ribarroque el primero y el 2º a Alcublas desde Bétera y las inmediaciones de Murviedro por la parte de Segorbe a donde les dio orden de situarse para incomodar a las tropas sitiadoras, cuyos descalabros y retiradas parciales, si bien no eran de grande cantidad podían no obstante haber causado mal efecto en el ánimo y buen espíritu militar de sus tropas. Todas estas consideraciones influyeron sin duda en el ánimo del general Blake para decidirlo a salir al encuentro de Suchet.

Verificado en efecto la tarde del 24 de octubre dejó al defensa de la ciudad de Valencia a cargo de la Milicia honrada y después de arengar a su ejército con verdadera energía y elocuencia militar, salió al encuentro del enemigo y se formó no lejos de él en el orden siguiente:

 

El general Zayas con su división compuesta de 3.000 infantes y una pequeña fuerza de caballería con una reserva de 2.000 hombres a las órdenes del coronel Velasco en las alturas del Puig, a donde llegó por el camino que paralelo a la orilla del mar une a los pueblos próximos a ella, en cuyas alturas, que fueron guarnecidas de artillería, se situó también el general en jefe D. Joaquín Blake, como punto desde donde podría descubrirse el terreno en que tenían que combatir ambos ejércitos.

A la izquierda de la división Zayas, la división Lardizabal con tres mil infantes, 100 caballos mandados por el general Loy con alguna más fuerza de esta arma que vino de Valencia, todas bajo las órdenes del general D. Juan Caro.

Estas fuerzas con 2.000 hombres más de reserva a las órdenes del coronel Liori, formaban el centro de nuestro ejército que se situó en la cartuja de Ara Christi avanzando por la carretera. Cubría la izquierda el general D. Carlos O’Donell teniendo a sus órdenes la división de D. José Miranda, compuesta de 6.000 infantes y 600 caballos al mando del general D. José San Juan y de la de D. Pedro Villacampa compuesta de 2.500 hombres.

Estas fuerzas se situaron paralelas al camino llamado de la Calderona y detrás del barranco de Puzol, apoyando su derecha en la división Lardizabal y la izquierda en dos alturas llamadas los Germanells. La extrema izquierda compuesta de 2.500 hombres mandados por el general Obispo, el que a su vez dependía del general O’Donell, staba situada hacia el camino de Náquera amenazando la extrema derecha de los franceses que ocupaba el desfiladero que conduce de Bétera a Gilet y más abajo el de Santo Espíritu.

Como reserva de la izquierda de nuestro ejército y para proteger el ataque del desfiladero de Santo Espíritu, cuyo paso iba a forzar, estaba colocado el general D. Nicolás Mahy en las alturas de los Germanells con 4.000 infantes y 800 caballos.

Contaba pues nuestro ejército con un efectivo de 25.400 hombres de los que 2.400 aproximadamente eran de caballería y la artillería distribuida en los intervalos de las divisiones y en las alturas del Puig y los Germenells.

No tuvo conocimiento el general Suchet del movimiento de nuestro ejército.                                            

 

El terreno comprendido entre Murviedro y Valencia, por donde pasa la carretera de Cataluña es una gran llanura cubierta de una rica y frondosa vegetación, sembrada de moreras, garrofales y otras provisiones, llena de cercas y collados y surcadas en todas direcciones por acequias de las que algunas de ellas se pierden en los campos y otras desaguan en el mar.

Pasado el puente de (en blanco en el original) donde se une la acequia de Moncada con el barranco de Puzol y un poco más arriba de los Hostalets, las alturas del Valle de Jesús y de Santo Espíritu avanzan casi hasta tocar la carretera, aproximándose al mar y estrechan considerablemente por esta parte aquella llanura y aquí como punto más ventajoso para combatir porque le facilitaba apoyar con seguridad en las montañas su derecha, tener menos frente que cubrir y poder destinar bastante parte de sus fuerzas en segunda línea de reserva fue donde el general francés aguardó el ataque del ejército español en el orden siguiente:

La división Harispe entre las alturas del Vall de Jesús y la carretera, apoyando su derecha en aquellas, a continuación, la división Habert apoyando su derecha en la carretera y la izquierda hacia el mar.

Detrás, en segunda línea la división Palombini y de reserva el general Benard con dos regimientos de caballería colocados, el uno a la derecha y el otro a la izquierda de la carretera.

Formaba la extrema derecha el general Robert con su división situado en el desfiladero del Santo Espíritu y más arriba el general Clopiski con su regimiento, cubriendo el que conduce de Bétera a Gilet. Todavía más arriba y defendiendo el camino que viene de Segorbe se hallaba el general Comperes ocupando Gilet y Petrés con los napolitanos.

La artillería la colocaron, parte de ella en primera línea, al costado derecho e izquierdo y la otra parte en segunda línea, pudiendo calcularse el total de las fuerzas que presento Suchet en línea en unos 20.000 hombres.

Colocados ambos ejércitos en tal forma, moviose el nuestro en la mañana del veinte y cinco principiando el ataque simultáneamente por ambas alas y el centro e hizo replegar la línea de tiradores enemiga y aun al mismo Suchet que había venido a situarse con su escolta en los Hostalets, sin duda para cerciorarse del punto por donde iban a atacar nuestras tropas.

La división Lardizabal, que formaba el centro, avanzó, parte de ella dirigiéndose por la carretera en dirección a Hostalets y la otra a una pequeña altura que por delante de la del Vall de Jesús, precisamente en el punto donde se estrecha más el llano, era el punto llave de aquel terreno donde iba a combatir el centro de nuestro ejército y la derecha de los franceses.

Apoderóse de ellas la izquierda de la división Lardizabal y la guarneció de artillería rechazando al enemigo que también se dirigía a posesionarse de ella. Al mismo tiempo el general Zayas por la derecha obtenía ventajas y atacaba al enemigo con éxito, tratando de rebasar su costado izquierdo para envolverlo aproximándose por el lado de la costa hacia Murviedro y por la izquierda el general Obispo había avanzado por el camino de Náquera, procurando penetrar en el desfiladero de Santo Espiritu para rechazar al general Robert, que ocupaba el que conduce de Bétera a Gilet, obteniendo también ventajas la División Villacampa que ganó terreno hacia la izquierda con objeto de reforzar al general Obispo, por disposición del general O’Donell.

Nuestro centro, que había avanzado, posesionándose de la pequeña altura, volvió a ser atacado por disposición del general Suchet que, conociendo la importancia de aquella posición, trato de apoderarse de ella a toda costa, ordenando al efecto al general Harispe que avanzase al frente de la división al mismo tiempo que el general Habert trataba de contener al general Zayas que continuaba ganando terreno.

Movióse al efecto la división Harispe con sus generales a la cabeza de las columnas y llegó a la altura donde encontró una obstinada resistencia, siendo rechazada varias veces por nuestras tropas que le causaron la pérdida de mucha gente e hirieron al general Paris y varios oficiales, cayendo muerto el caballo del mismo general Harispe pero, acometidas por doble número de fuerzas enemigas que cargaron en aquel punto, tuvieron al fin que ceder las nuestras, retirándose al llano y, manteniéndose firmes en el, contuvieron al enemigo que trataba de romper por el centro nuestra línea.

No desmayaron por eso nuestros soldados, antes, al contrario, rehaciéndose de nuevo y protegidos por la caballería del general Don Juan Caro y Don Casimiro Loy, vuelven a cargar a los franceses, los rechazan desordenando a sus húsares y apoderándose de parte de su artillería marchan a desalojarlos de la altura.

Este fue el momento decisivo de la batalla. El general Suchet observa que su infantería titubea por un momento y que nuestras tropas, al mismo tiempo de Zayas principiaba a envolverlos por su izquierda y el general O’Donell por la derecha, había dispuesto atacar a Clopiski, contramarchaban a recuperar la altura que habían desalojado.

                En tan crítica posición y a pesar de haber sido herido en la escapada dicho general, hace avanzar la división Palombini entre la carretera y las alturas del Vall de Jesús, dirigiéndose después a los dos regimientos de caballería que tenía de reserva y los hace cargar a las órdenes del general Busard.

Llegó la caballería francesa al frente de la nuestra en el momento en que la división Palombini, que había avanzado, la hería de flanco con sus fuegos y cargándola en este momento la desordenó precisamente en el momento en que nuestros generales Loy y Caro caían heridos y prisioneros, desordenándose nuestra caballería y viniendo de rechazo sobre la infantería que concluyó de ser rechazada hacia la cartuja de Ara Christi por las tropas enemigas que cargaron hacia nuestro centro, débil por no haber sido reforzado a tiempo, cuando quedó descubierto al tratar nuestra fuerza de rebasar la línea enemiga por ambas alas.

Casi al mismo tiempo que acontecía esto en el centro, habiendo observado el general O’Donell que la división Villacampa que había marchado a reforzar a la del general Obispo, iba a ser atacada de flanco por el general Clopiski, mandó al general Miranda saliese a su encuentro con las fuerzas de su mando pero, habiendo tenido la poca precaución este general de marchar paralelamente a la línea enemiga en columna cuando no tuvo tiempo suficiente para desplegarla ante la infantería enemiga y fue cargado de flanco por la caballería que la desordenó, echándolo sobre la división Mahy, que atacado por Clopiski y la división Harispe, que se había corrido hasta este lado desde el centro, tuvo que retirarse sobre Bétera y después a Ribarroja.

El general Zayas no obstante quedar aislado por la retirada de nuestro centro, no por eso dejó, sino que por el contrario sostuvo con la mayor bizarría un obstinado combate con las tropas enemigas causándola perdidas de mucha consideración, retirándose con el mayor orden sobre Puzol, en donde se distinguía un batallón de Guardia Valona que se batió con todo valor y después sobre las alturas del Puig a reunirse con la reserva mandada por el coronel Velasco

Sostubose y defendió todavía esta posición, pero atacada por su derecha por el general Palombini y desecha ya toda nuestra línea, se vio obligado a retirarse definitivamente sobre Valencia por el camino que paralelo a la orilla del mar une a los pueblos situados entre esta y la carretera de Cataluña

Las demás tropas nuestras se abrigaron detrás del Turia y el ejército francés se detuvo y sitió en el Puig, Albalat dels Sorells y Bétera. 

 

 



Fragmento del plano que acompañaba el informe. 
En la parte superior aparece Puçol y els Hostalets.

 

 

CENTRO GEOGRAFICO DEL EJERCITO. Memoria Caja 66 nº 61. Planos Ar.G-T3-C.2 nº 239 (a,b,c,d)

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