martes, 30 de agosto de 2022

1740. LA CAPILLA DE LA COMUNION DE LA IGLESIA PARROQUIAL DE PUÇOL

  

Las capillas de la comunión empezaron a cobrar importancia cuando fueron incluidas en los textos del sínodo celebrado en 1631 por el arzobispo de Valencia fray Isidoro Aliaga que, con el título de Advertencias para los edificios y fábricas de los templos, dedicaba un capítulo a las Capillas de la Comunión.

 

…. El santísimo sacramento no ha de estar reservado en el Altar donde se celebran los Divinos Oficios, que es el que comúnmente se llama altar mayor, sino en otra Capilla particular … ... esta capilla ha de estar labrada con particular adorno y hermosura …  ... ha de ser mayor o menor conforme al templo y la muchedumbre de los fieles que concurren a comulgar … ... Ha de estar en parte que más libremente pueda administrarse la Comunión y donde los que han de entrar y salir en ella por causa de la Comunión no perturben los Divinos Oficios, ni puedan causar distracción a los que asisten a ellos … … será bien que este apartada del Altar mayor…

 

                Estas capillas fueron apareciendo en los templos construidos a partir de entonces o, como en nuestro caso, se construyó adosada a la iglesia ya construida.

                La nueva iglesia parroquial había sido consagrada al culto el 28 de octubre del año 1607, pero no fue hasta el año 1740 cuando el cura párroco Dr. D. Tomás Aparisi Gorbea, acometió la construcción de una Capilla de la Comunión aplicando así lo recomendado en el sínodo arriba mencionado. Impulsado de su celo de que los actos del culto parroquial no se vieran perturbados por el ir y venir de los que durante ellos se acercaban a confesarse, ni por las entradas y salidas de los viáticos solemnes, tan en boga en aquellos tiempos, no solo pensó construirla separada del templo parroquial, sino que la dotó de puerta independiente a la calle.

                El párroco, ayudado por el beneficiado D. Domingo Urrios, se encargaron de recoger donativos para el caso, y con tal éxito, que aún les sobró dinero para otros gastos fuera de la Capilla. El retablo para la capilla, que todavía hoy podemos admirar, lo encargaron a Manuel Vergara, padre del famoso Francisco Vergara, quien cobró por su trabajo 163 libras, el decorado se hizo por 176 libras, los azulejos del zócalo, que aún se conservan, costaron 70 libras y las bases de las pilastras, de jaspes y mármol negro, 30 libras.

 


 Retablo de la capilla realizado en 1768 por Manuel Vergara

Llama la atención el contraste entre lo largo y lo ancho de su fábrica. Esta desproporción no existió en su construcción, la capilla tenía en su centro arquitectónico la cúpula que hoy conserva, puesto que el testero sobre el que se apoyaba el retablo solo llegaba hasta donde hoy terminan los azulejos rameados del zócalo.

Pasados los años y en vista del pequeño tamaño de la capilla para los muchos que la frecuentaban con el fin de confesar y comulgar, otro cura, el Dr. D. Joaquín Alemany, se propuso alargarla. El entonces arzobispo de Valencia, Simón López, había dado a la fábrica de la parroquia 200 libras procedentes del 30% de las rentas del Jardín Botánico y resto del huerto del Palacio Arzobispal de Puçol y con ese dinero y la ayuda prestada en materiales por el municipio, se decidió a empezar la obra poniéndolo en conocimiento del arzobispo, el cual, como insigne bienhechor de nuestra parroquia, se hizo cargo de las obras y a sus expensas compró dos casas que había a continuación de la capilla, de las que una la utilizaron para el ensanche y la otra la regaló a la parroquia, que sirvió desde entonces, de vivienda del sacristán de la misma.



Queda perfectamente identificable el punto de unión viendo el zócalo de azulejos de distinta tonalidad.

 

La ayuda prestada por el municipio en materiales consistió en ofrecer los que tenía acumulados para la construcción de una cisterna, en la actual plaza 25 de abril, donde ya había excavado un gran pozo que debía ser el vaso de la cisterna. Esta cisterna se había proyectado para intentar paliar el consumo de agua potable procedente de los pozos caseros cuya impotabilidad era manifiesta. El ayuntamiento desistió del proyecto por los años 1825.

Esta ampliación de la capilla fue bendecida el 19 de marzo de 1827 y, acto seguido, celebró una misa el nuevo cura párroco D. Vicente Martí y el 4 de junio, segundo día de Pascua de Pentecostés, se trasladó, tras función solemne, el reservado a la Capilla.

Según consta en el libro Quinque Libri 1868 - 1875 tomo 15, aparece escrito en las guardas del libro como dato curioso que la capilla de la Comunión se pintó en el año 1873 y se estrenó el Jueves Santo de ese año por la mañana. Costó 4.500 reales de vellón que fueron a expensas de una devota.    

 Años más tarde, el cura párroco Dr. D. Eduardo Clérigues, amante de la Eucaristía, se propuso restaurar y decorar la capilla, encargando las obras de albañilería a Mariano Aguilar y las de decorado a Enrique Garcés. Buscó y consiguió donativos para ello, destacando los aportados por Dña. Concepción Claramunt, amante de la Inmaculada, que entonces ocupaba el nicho del retablo. Las obras se llevaron a cabo en el año 1928, decorando muros, altar, retablo y la barandilla tal como hoy está, aunque la barandilla y mesa actuales son reposición de aquellos originales, destruidos en la guerra civil, que también eran de mármol. El 1 de noviembre, después de función solemnísima vespertina, a la que asistió el arzobispo de Valencia, Dr. D. Prudencio Melo, se trasladó el Santísimo a la restaurada capilla.

Como complemento de la decoración, se pusieron en los muros laterales de la capilla dos tapices pintados por el pintor Sr. Meseguer, uno en cada lado, con las imágenes del arzobispo Juan de Ribera y San Pascual Bailón, desaparecidos ambos al inicio de la guerra civil en 1936.

                En el nicho del retablo de esta capilla estuvo, hasta julio de 1936, la imagen de la Inmaculada Concepción.

El saqueo que sufrió la iglesia parroquial a causa de la guerra civil no afectó a esta capilla tanto como al resto de la iglesia. Ello fue debido a que la capilla fue destinada a depósito de objetos requisados y solamente sufrieran leves daños su elegante retablo, aunque desaparecieron la barandilla de la comunión y la mesa del altar. El sagrario de la capilla de la Comunión era una ingeniosa obra de mecánica construida en 1907 por el cerrajero de Puçol, Vicente Iranzo Martí.

Finalizada la guerra civil se repuso el sagrario, mesa del altar y comulgatorio, obra del escultor Vicente Rodilla Zanón. También entonces se pensó, al restituir la imagen de Nuestra Señora al Pie de la Cruz a la parroquia, depositarla en el nicho que en la capilla de la Comunión había ocupado la Inmaculada, también destruida, como lugar por entonces más decoroso para ella en la Iglesia.

El 6 de septiembre de 1942 fue bendecido el nuevo sagrario y altar comulgatorio que había sido sufragado por una familia devota y numerosos fieles.

 

El 4 de septiembre de 1948 fue bendecido el nuevo relicario en el que se había de colocar la imagen de la Virgen al Pie de la Cruz. La imagen había sido llevada previamente al convento de monjas carmelitas descalzas desde donde, despues de bendecido el relicario y colocada la imagen, salió en procession presidida por el obispo auxiliar de Valencia, don Jacinto Argaya, por la avenida de Valencia y calle de San Juan a la iglesia parroquial.

 


Portada del programa de fiestas del año 1948 con el boceto del relicario

  

ARCHIVO PARROQUIAL IGLESIA SANTOS JUANES. Aleluya. 1956

RAMON CLARAMUNT, Francisco. Cinquanta anys d’historia de Puçol. Brosquil. Valencia. 2002

GARIN y ORTIZ DE TARANCO, Felipe María. Catálogo monumental de la provincia de Valencia. Caja de Ahorros de Valencia. Valencia. 1986

LAS PROVINCIAS, 1942/09/08

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