…. El santísimo sacramento no ha
de estar reservado en el Altar donde se celebran los Divinos Oficios, que es el
que comúnmente se llama altar mayor, sino en otra Capilla particular … ... esta
capilla ha de estar labrada con particular adorno y hermosura … ... ha de ser mayor o menor conforme al
templo y la muchedumbre de los fieles que concurren a comulgar … ... Ha de estar
en parte que más libremente pueda administrarse la Comunión y donde los que han
de entrar y salir en ella por causa de la Comunión no perturben los Divinos
Oficios, ni puedan causar distracción a los que asisten a ellos … … será bien
que este apartada del Altar mayor…
Estas capillas fueron
apareciendo en los templos construidos a partir de entonces o, como en nuestro
caso, se construyó adosada a la iglesia ya construida.
El párroco, ayudado por el beneficiado
D. Domingo Urrios, se encargaron de recoger donativos para el caso, y con tal
éxito, que aún les sobró dinero para otros gastos fuera de la Capilla. El
retablo para la capilla, que todavía hoy podemos admirar, lo encargaron a
Manuel Vergara, padre del famoso Francisco Vergara, quien cobró por su trabajo 163
libras, el decorado se hizo por 176 libras, los azulejos del zócalo, que aún se
conservan, costaron 70 libras y las bases de las pilastras, de jaspes y mármol
negro, 30 libras.
Llama la atención el contraste entre lo largo y lo ancho de su fábrica. Esta
desproporción no existió en su construcción, la capilla tenía en su centro
arquitectónico la cúpula que hoy conserva, puesto que el testero sobre el que
se apoyaba el retablo solo llegaba hasta donde hoy terminan los azulejos
rameados del zócalo.
Pasados los años y en vista del pequeño tamaño de la capilla para los muchos que la frecuentaban con el fin de confesar y comulgar, otro cura, el Dr. D. Joaquín Alemany, se propuso alargarla. El entonces arzobispo de Valencia, Simón López, había dado a la fábrica de la parroquia 200 libras procedentes del 30% de las rentas del Jardín Botánico y resto del huerto del Palacio Arzobispal de Puçol y con ese dinero y la ayuda prestada en materiales por el municipio, se decidió a empezar la obra poniéndolo en conocimiento del arzobispo, el cual, como insigne bienhechor de nuestra parroquia, se hizo cargo de las obras y a sus expensas compró dos casas que había a continuación de la capilla, de las que una la utilizaron para el ensanche y la otra la regaló a la parroquia, que sirvió desde entonces, de vivienda del sacristán de la misma.
Queda perfectamente identificable el punto de unión viendo el zócalo de azulejos
de distinta tonalidad.
La ayuda prestada por el municipio en materiales consistió en ofrecer los que tenía acumulados para la construcción de una cisterna, en la actual plaza 25 de abril, donde ya había excavado un gran pozo que debía ser el vaso de la cisterna. Esta cisterna se había proyectado para intentar paliar el consumo de agua potable procedente de los pozos caseros cuya impotabilidad era manifiesta. El ayuntamiento desistió del proyecto por los años 1825.
Esta ampliación de la capilla fue bendecida el 19 de marzo de 1827 y, acto seguido,
celebró una misa el nuevo cura párroco D. Vicente Martí y el 4 de junio,
segundo día de Pascua de Pentecostés, se trasladó, tras función solemne, el
reservado a la Capilla.
Según consta en el libro Quinque Libri 1868 - 1875 tomo 15, aparece escrito
en las guardas del libro como dato curioso que la capilla de la Comunión se
pintó en el año 1873 y se estrenó el Jueves Santo de ese año por la mañana. Costó
4.500 reales de vellón que fueron a expensas de una devota.
Como complemento de la decoración, se pusieron en los muros laterales de la
capilla dos tapices pintados por el pintor Sr. Meseguer, uno en cada lado, con
las imágenes del arzobispo Juan de Ribera y San Pascual Bailón, desaparecidos ambos
al inicio de la guerra civil en 1936.
En el nicho del retablo de esta capilla
estuvo, hasta julio de 1936, la imagen de la Inmaculada Concepción.
El saqueo que sufrió la iglesia parroquial a causa de la guerra civil no
afectó a esta capilla tanto como al resto de la iglesia. Ello fue debido a que
la capilla fue destinada a depósito de objetos requisados y solamente sufrieran
leves daños su elegante retablo, aunque desaparecieron la barandilla de la comunión
y la mesa del altar. El sagrario de la capilla de la Comunión era una ingeniosa
obra de mecánica construida en 1907 por el cerrajero de Puçol, Vicente Iranzo
Martí.
Finalizada la guerra civil se repuso el sagrario, mesa del altar y
comulgatorio, obra del escultor Vicente Rodilla Zanón. También entonces se
pensó, al restituir la imagen de Nuestra Señora al Pie de la Cruz a la parroquia,
depositarla en el nicho que en la capilla de la Comunión había ocupado la
Inmaculada, también destruida, como lugar por entonces más decoroso para ella en
la Iglesia.
El 6 de
septiembre de 1942 fue bendecido el nuevo sagrario y altar comulgatorio que
había sido sufragado por una familia devota y numerosos fieles.
El 4 de
septiembre de 1948 fue bendecido el nuevo relicario en el que se había de colocar
la imagen de la Virgen al Pie de la Cruz. La imagen había sido llevada
previamente al convento de monjas carmelitas descalzas desde donde, despues de
bendecido el relicario y colocada la imagen, salió en procession presidida por
el obispo auxiliar de Valencia, don Jacinto Argaya, por la avenida de Valencia
y calle de San Juan a la iglesia parroquial.
ARCHIVO PARROQUIAL
IGLESIA SANTOS JUANES. Aleluya. 1956
RAMON CLARAMUNT, Francisco. Cinquanta anys
d’historia de Puçol. Brosquil. Valencia. 2002
GARIN y ORTIZ DE
TARANCO, Felipe María. Catálogo monumental de la provincia de Valencia. Caja de
Ahorros de Valencia. Valencia. 1986
LAS PROVINCIAS,
1942/09/08
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